Primeras Culturas y Edad del Hierro
Durante la Edad del Hierro se sucedieron varias culturas que pueden ser diferenciadas en tres grandes núcleos geográficos, la del Lacio Antiguo, la de Magna Grecia y la de Etruria. Una de estas culturas, los ligures, fueron un enigmático pueblo que habitaba en el norte de Italia, Suiza y el sur de Francia. Otro pueblo, los etruscos, poseían su núcleo histórico en la Toscana, y tuvieron un origen incierto. Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Hacia el siglo V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de griegos ycartagineses. Hacia 40 a. C., Etruria (nombre del país de los etruscos) fue conquistada por los romanos y, antes o después, lo fueron el resto de pueblos periféricos.
Roma
Al período de mayor esplendor se le conoce como
Paz romana, debido al relativo estado de armonía que prevaleció en las regiones que estaban bajo el dominio romano.
César Augusto cerró las puertas del templo de
Jano, que permanecían abiertas en periodos de guerra, cuando creyó haber vencido a
cántabros y
astures en el año
24 a. C. Se suele aceptar como fecha de inicio de la paz romana el
29 a. C., cuando Augusto declara el fin de las guerras civiles, y su duración hasta la muerte de
Marco Aurelio (año
180).
Edad Media (s. V al XIII)
Los
ostrogodos eran un grupo de
godos que habían sido sojuzgados por los
hunos, pero tras su liberación de éstos,
Teodorico el Grande, con la bendición del emperador de Oriente, condujo a su pueblo a Italia en 488. En la península gobernaba el
hérulo Odoacro tras deponer al último
emperador romano en 476, pero tras una campaña en el norte de la península, Teodorico tomó la capital,
Rávena, matando a Odoacro en 493. En 526 la muerte de Teodorico acabó con la paz, heredando Italia su nieto,
Atalarico, que murió sin hijos lo que produjo una crisis que llevó al reino a la desaparición.
Bajo
Justiniano I, el
Imperio bizantino inició una serie de campañas con el objetivo de reconstruir la
unidad mediterránea. La debilidad del reino ostrogodo, y los deseos bizantinos de recobrar la ciudad de Roma convirtieron a Italia en un objetivo. En 535 el general
Belisario invadió Sicilia y marchó a través de la península, tomando Nápoles y llegando a Roma en 536. Prosiguió hacia el norte y tomó
Mediolanum (Milán) y Rávena en 540, y para el 561 había pacificado la zona.
Entre los diferentes pueblos germánicos que habían abandonado su antigua morada para vivir en mejores tierras, se contaban los
lombardos, a los que Justiniano I había dejado asentarse en
Panonia, a condición de que defendieran la frontera. La presión de los lombardos sobre el
Papahizo que el rey del
pueblo franco,
Pipino el Breve, realizara entre 756 y 758 repetidas campañas en el norte de Italia. La situación se recrudeció a la muerte de Pipino, pero la reunificación de los francos bajo
Carlomagno llevó a una nueva intervención en Italia en el 774. Tras una breve batalla, Carlomagno se hizo con el reino de Lombardía, que, manteniendo su autonomía, se integró en el
Imperio carolingio. Entre los siglos X y XIII, ciertas
repúblicas marítimas gozaron de una prosperidad económica, gracias a su actividad comercial, en un marco de amplia autonomía política. Generalmente, la definición se refiere en especial a cuatro ciudades:
Amalfi,
Pisa,
Génova y
Venecia. También otras ciudades del área gozaban de independencia (gobierno autónomo con forma de
república oligárquica,
moneda, ejército, etc.), habían participado en las
Cruzadas, contaban con una flota naval, tenían
fundagos, "cónsules de las
nationes", que vigilaban los intereses comerciales de sus respectivas ciudades en los puertos mediterráneos, y pueden ser incluidas de pleno derecho entre las repúblicas marítimas. Entre éstas, cabría destacar
Gaeta,
Ancona,
Trani y
Noli.
La
pandemia de la
peste negra mató en el país a una tercera parte de la población en 1348.Entre los siglos
XIV y
XVI, Italia no era una unidad política ya que estaba fragmentada en múltiples estados. En el norte existían ciudades estado como la
República de Venecia, la
República de Florencia, el
Ducado de Milán o la
República de Génova. En torno a la ciudad de
Roma estaban los
Estados Pontificios, y al sur estaba el
Reino de Nápoles, posteriormente integrante de la
Corona de Aragón, y por tanto de la
Monarquía Española. Durante esta época surgió el
Renacimiento italiano, período de grandes logros y cambios culturales en Italia que se extendió desde finales del siglo XIV hasta alrededor de 1600, constituyendo la transición entre la
Edad Media y la Europa moderna. Entre sus logros culturales destacan obras literarias de escritores como
Petrarca,
Baltasar de Castiglione y
Nicolás Maquiavelo, obras de arte de
Miguel Ángel y
Leonardo da Vinci, y obras arquitectónicas, como la iglesia de
Santa María del Fiore en Florencia y la
Basílica de San Pedro en Roma.
Dada su fragmentación, fue escenario de los intereses de las potencias europeas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, que llevaron a conflictos tales como las
Guerras italianas, la
Guerra de Sucesión Española, el conflicto hispano-austriaco por las posesiones napolitanas, así como de las guerras revolucionarias francesas y napoleónicas, siendo el emperador
Napoleón I coronado primer rey de Italia el 23 de mayo de 1805, en la
catedral de Milán. Aún hubo conflictos durante la primera mitad del siglo XIX, cuando apareció el sentimiento nacionalista italiano que desembocará en la
Unificación de Italia, materializada el 17 de marzo de 1861, cuando los estados de la
península Itálica y las dos Sicilias se unieron formando el
Reino de Italia, el cual sería organizado por el monarca
Víctor Manuel II, de la
casa de Saboya, hasta entonces gobernante en
Piamonte y rey de
Cerdeña.El artífice de la unificación italiana, sin embargo, fue
Camillo Benso, conde de Cavour, el ministro en jefe del rey.
De la unificación a la actualidad
Roma, por su parte, se mantuvo separada del resto de Italia bajo el mando del
Papa y no fue parte del reino hasta el 20 de septiembre de 1870, fecha final de la unificación. Luego se realizó un
plebiscito en el cual se eligió a Roma como la capital de dicho Reino. Fuera de sus límites sólo quedaba el pequeño Estado de la República de
San Marino. Se originó un conflicto con la Santa Sede, llamado la
cuestión romana, por la independencia del Papa de la política italiana, que solo se resolvió en 1929 con los
Pactos de Letrán. Por estos acuerdos, Italia cedía una exigua parte de su territorio (la
Ciudad Leonina en Roma y poco más) que dejaba a la soberanía del Papa. La
dictadura fascista de
Benito Mussolini acaecida en 1922 llevó al país a una alianza con la
Alemania nazi y el
Imperio del Japón, lo que la condujo a la derrota tras la
Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso de esta guerra y en los años posteriores, miles de
italianos emigraron fuera del país teniendo como destino principalmente
Argentina, Bélgica, EE.UU., Francia y Alemania.
El 2 de junio de 1946, un
referéndum sobre la
monarquía estableció la república como sistema de gobierno italiano, adoptando el país una nueva constitución el 1 de enero de 1948. Los miembros de la familia real fueron llevados al exilio, por su relación con el régimen fascista, hasta el 10 de noviembre de 2003, cuando pudieron regresar, gracias a la modificación de la constitución por el parlamento italiano. Los
Tratados de Roma de 1957 firmados por seis países europeos han hecho de Italia uno de los miembros fundadores de la
Unión Europea. Desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta se produjo un período de insatisfacción por una situación político-institucional caótica que se tradujo en violencia callejera y lucha armada, actualmente llamado
Anni di piombo.
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